Un falso jeque árabe y su séquito, que resultaron ser una banda de ladrones serbocroatas, orquestaron una estafa de película para robar en España varias joyas que pudieron pertenecer a la primera dama argentina Eva Perón, reveló la Policía española.
Una tiara de diamantes, zarcillos de diamantes y diversos anillos por valor de seis millones de euros (8,4 millones de dólares) que supuestamente pertenecieron a Perón fueron sustraídas en una joyería de Valencia en el año 2009. Los Carabineros italianos encontraron recientemente las piedras preciosas escondidas en la habitación de un hotel de Milán.
La operación culminó hace unos días con la detención de los siete presuntos autores del robo en distintas ciudades de Francia, Suiza e Italia. Todos ellos fueron posteriormente extraditados a España. La Policía no explicó cómo esas joyas de la mítica Evita -fallecida de cáncer en 1952- se encontraban expuestas en la ciudad española.
La estafa, digna de un guión de cine inspirado en la célebre película argentina Nueve reinas, se remonta a noviembre del 2006, cuando dos jóvenes que hablaban italiano adquirieron piezas valoradas en cerca de 20.000 euros (28.885 dólares) en la joyería valenciana. Fue el comienzo de un engaño elaborado, ya que el único objetivo de la compra fue ganarse la confianza de la víctima, dijo la Policía en un comunicado.
Tres años después, los compradores contactaron nuevamente con la responsable del establecimiento para comunicarle que un jeque árabe estaba interesado en realizar un importante desembolso en alhajas para sus esposas.
Los ladrones pusieron en marcha una impecable puesta en escena. Uno de ellos, caracterizado como jeque, se desplazaba a bordo de una limusina acompañado siempre por una de sus mujeres, un secretario y otro hombre que hacía las veces de gemólogo para estudiar la calidad de las piezas y dar su aprobación.
El falso jeque y la joyera cerraron un trato de venta por valor de 10,5 millones de euros(15,1 millones de dólares) en metálico. Días más tarde, se reunieron un centro de negocios para formalizar el pago.
El supuesto banquero del jeque, otro ladrón caracterizado, iba contando los billetes a medida que los introducían en los cajones de una mesa. Pero el mueble contaba con un doble fondo en cuyo interior había escondida una persona de poca talla que iba cambiando los fajos de dinero auténtico por otros en los que sólo eran de curso legal el primero y el último.
Una vez la empleada creía estar en poder del dinero acordado, se desplazaron al establecimiento para recoger las joyas. Cuando la joyera se dispuso a inspeccionar nuevamente los billetes, recibió un fuerte empujón y los ladrones se apoderaron del botín bajo amenazas de muerte.
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